El neoclasicismo representa una reacción a los excesos
del arte Barroco y una simplificación formal. Las curvas son sustituidas por líneas rectas,
hay menos adornos y se eliminan los contrastes.
En general, las composiciones son más simétricas, hay mayor racionalidad, sobriedad decorativa y orden.
La arquitectura neoclásica, se puede entender como un regreso a las formas clásicas
de los edificios construidos por los griegos y los romanos. De los griegos, los arquitectos
neoclásicos copiaron ciertos símbolos y motivos, las fachadas con frontones griegos, las columnas,
y su preferencia por el mármol blanco como material de construcción decorativo. De los romanos
los neoclásicos tomaron las espaciosas cúpulas y bóvedas.
En España, el mejor ejemplo de la arquitectura neoclásica se encuentra en Madrid
que durante el reinado de Carlos III empezó su transformación de una simple ciudad
a una capital tan importante como las de otros países de Europa.
Los arquitectos neoclásicos favorecían la monumentalidad y
bajo su dirección se construyeron columnas conmemorativas,
templos, arcos del triunfo, museos, etcétera. Todo eso concordaba perfectamente con los valores de
la burguesía y las necesidades del despotismo ilustrado